Cada día somos más las personas que sentimos que todo se acelera, que no hay tiempo para nada, que los períodos de estrés continuado se alargan, que las cosas escapan de nuestro control… En definitiva, en mayor o menor medida, un sentimiento de ansiedad. ¿Hasta qué punto podemos decir que esto es culpa de los tiempos en los que vivimos y la sociedad en la que estamos? ¿O quizás es cosa de nuestro círculo de familiares y amigos/as? ¿O tal vez sea cosa de cada uno/a individualmente? Bien, la realidad es que normalmente es una mezcla de todo junto. En este artículo te proporcionamos varias preguntas que puedes hacerte al respecto, que te pueden ayudar a encontrar lo que necesitas para deshacer ese sentimiento.

1. ¿Me estoy sobrepasando con el trabajo? A veces el trabajo (donde por trabajo también nos referimos a estudios, o tareas de cualquier tipo) nos hace pensar que necesitamos trabajar a cierta intensidad, o con cierta duración, para triunfar y ser válidos/as. Y buena parte de las veces es así. Ahora bien, no está de más preguntarse si todo lo que estás haciendo es esencial, o si, por el contrario, algunas de las cosas que haces provienen más bien de una autoexigencia que te hace no sentirte bien hasta que no esté todo exactamente perfecto. Pero la perfección no dura y cuesta mucho de mantener. ¿Hasta qué punto esto que te hace estar inquieto a las 8 de la tarde será relevante para tu vida en un mes?

2. ¿Cómo hago uso de mi tiempo libre? Si te pregunto qué es lo que más te estresa, es bastante probable que me respondas que es el trabajo, los estudios, llegar a fin de mes… Además de eso, te has planteado hasta qué punto contribuyes tú mismo/a a ese estrés en tu tiempo libre? ¿Qué haces antes de dormir, en las comidas, en los fines de semana, en vacaciones…? ¿Con quién compartes tu tiempo libre? ¿Quizás utilizas hasta la más pequeña pausa para ir al baño para coger tu móvil? ¿Quizás comes rápido para no perder tiempo? ¿Quizás sientes la necesidad de marchar de viaje muy a menudo? En el mundo acelerado en el que vivimos, podemos someternos a constantes estímulos: la tecnología nos enseña un mundo lleno de colores y música en cada short de 15 segundos; tenemos a nuestra disposición millones de memes graciosos y series emocionantes; podemos saber e indignarnos con todas las noticias que queramos… Si en mi trabajo no paro en todo el día, y además lleno mi tiempo libre de estímulos intensos, el cóctel para la ansiedad está casi garantizado. ¿Cómo puedo parar esa espiral? Esto nos lleva a la siguiente pregunta.

3. ¿Qué me hace sentir bien de forma sostenible? Cada persona es diferente, por eso este artículo busca dar preguntas más que respuestas, pero normalmente el primer paso para construir la armonía es decir no a las cosas que se oponen a ella. Quizás si sentimos ansiedad por lo acelerado que es todo, lo que más nos conviene es parar. Y sí, dedicar un rato a hacer yoga, meditación, ejercicio… puede ser clave en esto, pero no servirá de nada si queda reducido a un rato diario. ¿Quizás me conviene dejar de alimentar la rueda de estímulos a la que me someto en todo momento? ¿Cómo puedo hacer planes que realmente me hagan ilusión y los valore? ¿Cómo diferenciarlos de los planes que hago para seguir la rueda de estímulos? ¿Qué cosas puedo añadir a mi día a día que realmente me hacen sentir bien?

4. ¿Necesito hablar de ello? Hay una actividad con un potencial increíble para digerir nuestros miedos, preocupaciones, inseguridades… y es hablar. Es crucial rodearnos de personas bonitas con las que podamos crecer conjuntamente. A todos/as nos viene bien no guardarnos las cosas sólo para nosotros/as mismos/as, el aislamiento suele poner las cosas más difíciles. ¿Con quién podría comentar mi situación? ¿Con un amigo, con una familiar, con una psicóloga?

No hay ninguna fórmula para deshacerse de la ansiedad, pero sí podemos reorganizar la forma en que vivimos para permitir que la ansiedad deje de ser la protagonista. Hacernos preguntas siempre puede mostrarnos el camino para vivir de una manera más plena, y este caso no es una excepción. ¡Ánimo!